Antes de comenzar mis estudios de cine, ante siquiera de pensar en dirigir, quería ser detective privado. Vale, me he ido muy atrás. Antes de querer dedicarme al cine y después de querer ser detective privado, quise ser dibujante y guionista de cómic. Mis estudios estuvieron enfocados a eso durante un tiempo, el suficiente para darme cuenta de que no me gustaba tanto como creía. Aún así, siempre he tenido esa espina clavada, la de hacer un cómic, y finalmente puedo tacharlo de mi lista de cosas que hacer antes de morir.Han pasado tres años desde que me metí en la aventura de hacer un cómic, no quería hacer nada del otro mundo, algo sencillo, sin demasiadas pretensiones. Pero las cosas se complican y los dibujantes, por supuesto, tienen que cobrar por su trabajo, y de ese modo es como terminé en números rojos. Ya veis, todo por el capricho de hacer algo sin más trascendencia ni pretensión que la de darme el gustazo, por el simple placer de hacerlo.
Pero el caso es que mi economía se ha recuperado, y esa idea, por fin, es una realidad.
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